El mes de marzo trajo consigo, un año más, la celebración del Día Internacional de la Mujer, antes de la Mujer trabajadora. Y a pesar de los avances parece que hay cosas que no cambian:
- hombres que entre bromas y "puyitas" siguen preguntando que para cuando un "día del hombre"
- hombres (y también mujeres, desgraciadamente) que siguen sin entender que siga siendo necesario hacernos eco de nuestros derechos, visibilizar y descubrir (que son cosas diferentes) a tantas y tantas mujeres que han formado y forman parte de la historia pero cuyos logros se han empeñado en ocultar a la inmensa mayoría (esto debe ser que siempre se ha dicho que la Historia la han escrito siempre los vencedores, y ¡claro! en ese "los" no se encontraban las mujeres, por más que se empeñen en hacernos comulgar con ruedas de molino para tratar de convencernos que el masculino genérico también nos engloba a "nosotras", cosa que no fue así hasta la aparición de la Real Academia de la Lengua ¡qué casualidad!, fundada por un hombre)
- restricciones en el acceso a los derechos básicos (solo hay que pararnos a pensar detenidamente quien sale más perjudicada de los recortes en las políticas sociales y en el acceso a dichos derechos como son la educación, la sanidad, el trabajo,....)
- y, por supuesto, lo más sangrante la violencia de género que se da incluso desde las tempranas edades de la adolescencia y que va creciendo con la edad.
Puede que no se manifiesten con todo el DESCARO del mundo, pero están ahí, creando un poso de discriminación que se palpa en el día a día, por mucho que nos empeñemos en decir que a nosotras no nos ha pasado, o en pregonar (en el caso de ellos) que respetan al máximo lo que nosotras hacemos
No voy a decir que estas actuaciones salpiquen a todo el mundo, es verdad. Pero si nos ponemos de refranes, ya dice uno de los más famosos que "la excepción confirma la regla". Ojalá fuésemos cambiar el dirección de esa afirmación y que, en este caso, la excepción fuesen precisamente aquellos que violan todos estos derechos que propugan la igualdad.
Y por si a alguien no le había quedado claro, HABLAMOS DE LA IGUALDAD DESDE LA DIFERENCIA, porque efectivamente mujeres y hombres somos diferentes, lo mismo que cada un@ de nosotr@s lo es también de todas y cada una de las personas que tiene a su lado.
EN FIN, que me he enrollado en este prolegómeno con el que quería simplemente introducir un interesante artículo que una de nuestras seguidoras nos ha hecho llegar, con reflexiones muy interesantes acerca de la Educación y del papel de las mujeres en la misma. PARA QUE LAS DOCENTES (y también "los"), reflexionen al respecto y se aplique el cuento.
EN ESTA SOCIEDAD QUE CADA VEZ SE COMPLICA MÁS, YA NO VALE (nunca ha valido) ECHAR BALONES FUERA. PORQUE ALGUIEN TIENE QUE HACER LAS COSAS, Y TOMAR LAS DECISIONES, Y SI EN OCASIONES ESAS DECISIONES LAS TOMAMOS NOSOTRAS, TAL VEZ OTRO GALLO NOS CANTARA.
¡¡¡MUY INTERESANTE!!!
REPRODUCCIÓN ÍNTEGRA.
Miguel Ángel Santos Guerra,
Doctor en Ciencias de la Educación, catedrático de Didáctica y Organización
Escolar en la Universidad de Málaga.
Tal
día como ayer, el 8 de marzo de 1857, las obreras textiles de Nueva York,
realizaron una gran huelga y se manifestaron en las calles exigiendo el derecho
al trabajo y condiciones laborales más dignas. Otro 8 de marzo, esta vez de
1908, un grupo de 129 obreras textiles neoyorquinas de la fábrica Cotton que
reclamaban la jornada de 8 horas, la abolición del trabajo infantil y la
igualdad del voto para la mujer fueron masacradas en el incendio provocado por
sus propietarios y por la policía.
Por
ello, Clara Zetkin, la dirigente del proletariado alemán, propuso en 1910,
durante la II Conferencia de Mujeres Socialistas, el 8 de Marzo como Día
Internacional de la Mujer Trabajadora, lo que se aprobó como resolución firmada
por más de cien delegadas de diecisiete países.
Así, con el esfuerzo y la sangre de millones de mujeres en todo el planeta, las
mujeres trabajadoras han ido conquistando, poco a poco, el derecho a ser una
personas plenas en todos los sentidos, en pie de igualdad con los hombres.
Se han conseguido algunos objetivos, pero todavía queda mucho camino por
recorrer. Veamos lo que sucede en el mundo de la enseñanza. Hace algunos años
coordiné la edición de un libro que lleva el curioso título que figura en la
cabecera de este artículo. Como digo en la introducción del mismo, la expresión
no es mía sino de SthephenBall, de quien la tomé prestada. Si mal no recuerdo
la leí en su libro “Micropolítica de la escuela”. Hace referencia, como
supondrá el lector, al hecho reiterado de que muchas veces, en el ámbito de la
educación, los varones encarnan los puestos de poder a pesar de que haya
mayoría de mujeres docentes.
El
poder tiene sexo. Aconsejo encarecidamente la lectura del libro “La sexualidad
atrapada de la señorita maestra”, que escribió hace algunos años mi querida
amiga argentina Alicia Fernández. El subtítulo nos da pistas sobre el contenido
de la obra: “Una lectura psicopedagógica del ser mujer, la corporeidad y el
aprendizaje”. Ella dice en el prólogo; “hay que autorizarse a ser mujer”.
Si
alguien ha visto la excelente película de Bertrand Tavernier “Hoy empieza todo”
habrá podido comprobar que el Director es un varón y el cien por cien del
personal docente son mujeres. A la mujer se le excluye de la dirección, en
parte porque se piensa que el poder es
cosa de hombres. Otra parte se debe a que las propias mujeres no desean asumir
esos puestos de poder. En ese libro escribí un capítulo titulado “Yo tengo que
hacer la cena”, que es una expresión en la que trato de reflejar una de las
causas que alejan a las mujeres de los cargos en la escuela. Los compromisos
familiares con la casa y con los hijos los sigue asumiendo básicamente la
mujer.
¿Es
la escuela una institución androcéntrica? Creo que sí. Los libros de texto, el
lenguaje, las costumbres, los rituales, la comunicación, el poder, las
expectativas… están transidos de sexismo. No es de extrañar. La escuela no está
en la estratosfera sino inmersa en una sociedad androcéntrica. Hace unos años
dirigí una tesis sobre esta sugerente cuestión: ¿Cómo aprenden los niños y las
niñas el género en la Escuela Infantil? La autora, querida amiga y compañera ya
fallecida, publicó con los resultados de su investigación un interesante libro
titulado “Triunfantes perdedoras”. El lector y la lectora podrán deducir por el
título algo del contenido de las conclusiones.
Se
ha avanzado mucho, claro que sí, como decía más arriba. Bastará para entenderlo
la reproducción del contrato que tenían las maestras en Estados Unidos en el
año 1923. Lo incorpora Michel Appel en el capítulo “Trabajo, enseñanza y
discriminación sexual” dentro del libro de Thomas Popkewitz titulado “La
formación del profesorado”.
“El presente es un acuerdo
entre Miss…………, profesora, y el Consejo de Educación de la Escuela…….., por el
que Miss………. Se compromete a enseñar por un período de 8 meses, empezando el 1
de septiembre de 1923. El Consejo de Educación se compromete a pagar a Miss…………
la cantidad de (75$) al mes. Miss……… se compromete a:
1. No casarse. Este contrato será nulo y sin efecto si la
profesora se casa.
2. No dejarse acompañar por hombres.
3. Estar en casa entre las 20.00 horas y las 6.00 horas, a menos que se
encuentre desempeñando alguna función en la escuela.
4. No pasar el tiempo en las heladerías.
5. No salir de la ciudad en ningún momento sin la autorización del Presidente
del Consejo de Administración.
6. No fumar. Este contrato será nulo y sin efecto si se encuentra fumando a la
profesora.
7. No tomar cerveza, vino ni whisky. Este contrato quedará inmediatamente
anulado y sin efecto si se encuentra a la profesora bebiendo cerveza, vino o
Whisky.
8. No montar en carruaje ni automóvil con hombre alguno, a excepción de su
hermano o su padre.
9. No llevar vestidos de colores llamativos.
10. No tintarse el pelo.
11. Llevar dos calzones como mínimo.
12. No llevar vestidos más de dos pulgadas por encima de los tobillos.
13. Mantener limpia la clase:
a. Barrer el suelo de la clase, al menos una vez al día
b. fregar el suelo de la clase con agua caliente y jabón, al menos una vez a la
semana
c. limpiar la pizarra, al menos una vez al día
d. Encender la lumbre a las 7.00, de forma que la clase esté caliente a las
8.00 cuando entren los niños.
14. No usar polvos ni máscara par ala cara, ni pintarse los labios.
Resulta
asombroso e irritante que lo que se le exigía a las profesoras (no casarse, no
fumar, no dejare acompañar por personas del otro sexo, no abandonar la casa,
montar en coches acompañadas de personas del otro sexo, no acudir a las
heladerías, no tomar cerveza, vino o whiski, limpiar la clase o encender la
lumbre….) no tenía el lógico correlato en sus compañeros varones.
Hoy
no sería imaginable que existieran estas normas. Pienso que nadie las
propondría y que, de hacerlo, nadie las aceptaría. Hace tan poco tiempo, eran
habituales.
Pero todavía queda mucho
camino por recorrer. Todavía persisten muchas situaciones discriminatorias en
una institución que debería ser un dechado de equidad ya que en ella se
pretende enseñarla y exigirla.
Hay que hacerse
preguntas y buscar respuestas rigurosas que nos lleven al compromiso y a la
transformación. ¿Por qué, por ejemplo, hay tan pocos profesores varones en
educación infantil? ¿Por qué hay menos directoras que directores? ¿Por qué
todavía es frecuente ver un cartel con el texto “Delegado de curso: María José
Claros”? ¿Por qué los libros de texto apenas si nombran a
mujeres importantes en la historia, la literatura o el arte? ¿Por qué hay más
niñas que quieren ser enfermeras y no médicas, azafatas y no comandantes de
vuelo, maestras que ingenieras arquitectas…?
Nada es casual. Todo
tiene su explicación y fundamento. Las cosas son como son no por designios
divinos sino por la voluntad humana. La escuela debería ser un dechado de
igualdad de oportunidades, de trato y de respeto. Todavía no es así. Todavía
son necesarios algunos ochos de marzo más.
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