Presentamos ahora, algunos datos sobre Herminia de Lucas, una gran mujer a quien también es importante conocer. Un esquema de su vida y obra, y un reportaje realizado en su momento por Ana Cristina Pastrana,
nos ayudará sin duda a acercarnos a ella. (las fotos son de Vicente Gª Pérez)
LOS PERSONAJES DE
“MARZO EN FEMENINO”: HERMINIA
DE LUCAS “Mujer artista 2013”
HERMINIA DE LUCAS nace en León en 1934. Estudió en Madrid en
diferentes academias, asiste a la Escuela de Artes y Oficios, en la escuela
Superior de Bellas Artes de san Fernando y en otros centros madrileños. Cuenta
en su haber con varios premios de carácter nacional.
Pertenece a un grupo de artistas que desarrollan su
trabajo de forma compleja, experimenta con varias disciplinas, desde la pintura
al arte gráfico. Las obras de De Lucas hacen partícipe al espectador y varían
según la época; entre sus obras destacan desde temas de origen clásico hasta la
búsqueda de la concavidad del espacio. Sin embargo, quizá el paisaje sea el
tema estructural que sirve como eje del trabajo de esta autora, a la vez que el
color, otro aspecto clave de su obra.
Lleva
más de 50 años dedicada intensamente a la pintura, aunque apenas ha hechos exposiciones en su ciudad,
en León. Herminia estudió Bellas artes en Madrid en los años cincuenta, una
época en la que para una mujer dedicarse al arte no era fácil. No eran muchas
las que asistían a las clases de la Escuela de Bellas Artes. «Hoy desde que la
escuela pasó a llamarse facultad, las cosas han cambiado mucho. Antes la
cercanía de los profesores era una constante, y los discípulos éramos una gran
familia, que en mi caso aún se mantiene unida». Y desde aquellos difíciles
tiempos de la posguerra Herminia no ha parado de pintar, siempre con el paisaje
como su horizonte especial. A través de su interpretación de la naturaleza la
pintora ha circulado por todos los estilos artísticos, desde el realismo
académico hasta la abstracción, pasando por sugerentes acercamientos al
impresionismo.
LA EXPOSICIÓN: Herminia de Lucas: El paisaje interior como
viaje creativo (1950 – 2010)
Surgida a partir de un trabajo de estudio y
catalogación de su obra realizado por Carmen Díaz y Luis García, del Instituto
Leonés de Cultura comenzado en marzo del 2010 y que daría como resultado una exposición retrospectiva de su evolución
plástica desde sus primeros pasos hasta nuestros días, complementada con la
edición de un catálogo razonado de su
trabajo, una importante muestra con numerosas piezas de distintas etapas, que fueron
expuestas en León, de marzo a mayo de 2011 , repartidas en dos sedes
simultáneas del ILC.
Herminia de Lucas alternará una trayectoria artística
plagada de éxitos con una faceta docente, actividades ambas entre las que
logrará que se conviertan en complementarias.
Su obra goza de una plena
libertad creadora marcada por un proceso de investigación y creativo que no
sigue una estructura lineal con una evidencia clara y nítida que nos permita
alcanzar una aproximación inmediata a su proceso evolutivo, si no que más bien
es sinuosa, arabesca y compleja. Toma varios temas clásicos como elementos
estructurales de su proceso evolutivo; la figura, el bodegón, pero sobre todo
el paisaje. Temas que parten inicialmente de un ordenamiento complejo para
desembocar lentamente en un proceso de síntesis y concreción máxima.
La obra de Herminia de Lucas se nos ofrece como una
obra abierta, sugerente y sin límites, donde es el propio espectador el que se
convierte, ante la observación constructiva, en colaborador imprescindible de
la misma.
De tal exposición surge la muestra seleccionada para Astorga, bajo el título "Herminia de Lucas. Del paisaje a la abstracción a través de la poética del color"
BIOGRAFÍA /
CURRICULUM
1934. Nace Herminia de Lucas González. Sus primeros estudios y
enseñanza media las realiza en el colegio Carmelitas de León.
1950. Realiza sus primeros estudios de pintura con el maestro D.
Demetrio Monteserín y animada por su padre se traslada a Madrid para iniciar su
formación artística.
1951.Recibe un Premio en el Certamen Provincial de León
1952. Premio Extraordinario en la asignatura de Dibujo Artístico de
la Escuela de Arte y Oficios Artísticos de Madrid.
1953.Ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de San
Fernando de Madrid.
1955. Beca de la Universidad Central de Madrid hasta finalizar la
carrera.
1956. Pensión del Estado para asistir al Congreso Internacional de
estudiantes de Düsseldorf, celebrado en Alemania los meses de agosto y
septiembre.
1957. La Escuela Superior de Bellas Artes en el curso de Paisaje
le otorga el premio “Pensión El Paular” que se desarrolla los tres meses de
verano en Sepúlveda, Aranjuez y Segovia.
1958.Realiza el curso de Pintura Mural con el profesor D. Ramón
Stolz obteniendo Matrícula de Honor. Realiza el viaje fin de carrera con el
premio otorgado por el Estado al haber obtenido uno de los 19 mejores
expedientes en la carrera.
Obtiene el galardón 2ª
Mención Honorífica en el IV Certamen de “Exaltación de los Valores Leoneses”
1960 y 1961. Obtiene los dos años el Primer Premio de Litografía en
la Escuela Nacional de Artes Gráficas de Madrid.
En 1961 obtiene también el Primer Premio en la Exposición
nacional de pintura femenina de Madrid
1962. Primer Premio “Arqueta de Plata” otorgado por el Gobierno
General de la Provincia del Sahara en la Exposición Nacional de Bellas Artes de
Madrid.
1963. Realiza las Oposiciones de Profesora Agregada de Institutos
Nacionales de Enseñanza Media; alcanzando el número dos y con destino
Barcelona, Instituto “Infanta Isabel de Aragón”.
1965. Realiza las Oposiciones de Cátedras de Institutos
Nacionales de Enseñanza Media, alcanzando el número dos en la oposición, destino
Santander en el Instituto “Santa Clara”.
1967. Tras el fallecimiento de su padre se traslada a León y
comienza en el I.E.S. Juan del Enzina.
1974. Exposición colectiva “León 74”. Obra Cultural de la Caja de
Ahorros y Monte de Piedad de León.
1978. “Exposición Nacional de Artistas plásticos”. Museo Español
de Arte Contemporáneo (Madrid)
1981. VI Bienal de pintura “Provincia de León”.
1983/84. Realiza en Madrid los cursos monográficos del
doctorado.
Participa en diversas exposiciones colectivas en León y Madrid
1991. “Generación del 58”. Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando. Caja Ahorros de Ávila.
Exposición Galería Urueña en Castrillo de los Polvazares
(León).
1993. “Herminia Expone en Luarca”. Luarca (Asturias). Exposición en
recuerdo de su abuelo, músico de la localidad.
1996. 1ª Exposición de Artes Plásticas del Profesorado de León.
Centro de Profesores y de Recursos de León.1996-97
“Exposición Antológica.” Itinerante (León, Ponferrada,
Bembibre, La Bañeza, Veguellina de Órbigo, Palencia, Valladolid, Zamora). Caja
España
2003. “34 Pintores leoneses”, salas de exposiciones del Auditorio
de León.
2006. “Concavidades”. Casa de Cultura de Sama de Langreo
(Asturias).
“Encuentros”. Galería Arte Lancia. León
2007. “El Paisaje en el Coleccionismo Leonés”. Instituto Leonés de Cultura, febrero 2007
2010. “50x50 pintura leonesa contemporánea” Centro Comercial León
Plaza. León.
HERMINIA DE LUCAS. (Un reportaje de Ana Cristina Pastrana)
HERMINIA
DE LUCAS nace en León en 1934. Estudió en Madrid en diferentes academias,
asiste a la Escuela de Artes y Oficios, en la escuela Superior de Bellas Artes
de san Fernando y en otros centros madrileños. Cuenta en su Haber con varios
premios de carácter nacional.
Pertenece a un grupo de artistas que desarrollan
su trabajo de forma compleja, experimenta con varias disciplinas, desde la
pintura al arte gráfico. Las obras de De Lucas hacen partícipe al espectador y
varían según la época; entre sus obras destacan desde temas de origen clásico
hasta la búsqueda de la concavidad del espacio. Sin embargo, quizá el paisaje
sea el tema estructural que sirve como eje del trabajo de esta autora, a la vez
que el color, otro aspecto clave de su obra.
Lleva más de 50 años dedicada intensamente a la
pintura, aunque apenas ha hechos
exposiciones en su ciudad, en León. Herminia estudió Bellas artes en Madrid en
los años cincuenta, una época en la que para una mujer dedicarse al arte no era
fácil. No eran muchas las que asistían a las clases de la Escuela de Bellas
Artes. «Hoy desde que la escuela pasó a llamarse facultad, las cosas han
cambiado mucho. Antes la cercanía de los profesores era una constante, y los
discípulos éramos una gran familia, que en mi caso aún se mantiene unida». Y
desde aquellos difíciles tiempos de la posguerra Herminia no ha parado de
pintar, siempre con el paisaje como su horizonte especial. A través de su
interpretación de la naturaleza la pintora ha circulado por todos los estilos
artísticos, desde el realismo académico hasta la abstracción, pasando por
sugerentes acercamientos al impresionismo.
La
vida no está hecha para ser comprendida, tan sólo para ser vivida y nuestra
forma de vivirla depende de nuestra visión sobre la misma. Herminia de Lucas es
una pintora que ha sabido purificar las puertas de la percepción y horadar el
mundo invisible, por esa razón encontramos en toda su obra un manantial de
color y vida, una transformación de la soledad en amor a través del lenguaje de
la luz. Según los grandes Yoghis si no estamos afianzados en la pureza interior
no podemos disfrutar del tesoro espiritual de la iluminación, de la luz
infinita del alma, la luz que disipa la oscuridad de la ignorancia, la luz que
aclara el camino hacia la autorrealización, que es la fortuna más grande a la
que podemos aspirar ya que nos otorga la paz interior. La purificación consiste
en liberar las toxinas que nos limitan en la vida, tanto en lo relativo a los
pensamientos y emociones como a las relaciones. La experiencia no es la que
determina nuestra conducta, son los pensamientos que deducimos de la misma los
que nos condicionan para obrar con libertad. Eliminar los tóxicos es imposible,
pero dejarlos fluir sin concederles demasiada importancia, nos aporta mayor
calidad de vida.
La sublimación de lo cotidiano. La fortaleza de esta mujer, que
consigue que el tiempo se detenga en sus cuadros y nos haga vibrar, se basa en
la bondad que encierra la sabiduría de reconocerse imperfecta, en esa paz
interior que derrama en la concepción de las cosas pequeñas, en la sublimación
de lo cotidiano, en el disfrute de la música, los olores, sabores y
emociones,-¦ en la magia que nos devuelve a los paraísos perdidos. Su trabajo
es una inmersión en la memoria colectiva, curtida por debilidades e ilusiones,
en el paso y el poso de la vida, en el alma que hemos dejado en las cosas que
nos rodean, un espejo donde recuperar la ingenuidad que perdimos cuando nos
creímos vulnerables. Y es que, como diría Eurípides, siempre estamos empezando
a vivir, pero nunca vivimos.
Toda la obra de esta pintora se resuelve sin
principios ni finales, como si los cuadros, atemporales, fueran construcciones
mentales. Para la luz de la conciencia, todo está vivo y desde la soledad,
discurre el pincel mientras contempla cómo la vida viene y se va. El escenario
cambia, también la temática, el tratamiento de la obra, pero ella sigue mirando
con los mismos ojos: los ojos de la luz. «El modo de habitar en la luz y en
su privación, y el modo de transitar por el tiempo determinan los modos
diversos del hombre» (María Zambrano).
Se dice que el cuerpo no es más que el lugar que tus
recuerdos llaman hogar y que para estar plenamente vivo tienes que estar muerto
para el pasado, pero lo que somos y lo que seremos, lo queramos o no, depende
de lo que fuimos. « Ver lo que se vive y lo vivido, verse viviendo, es lo
que íntimamente mueve el afán de conocimiento» . Según Picasso la calidad
de un pintor depende de la cantidad de pasado que lleve consigo. El pasado
arrastra errores y un hombre es tanto más interesante cuantos más errores haya
cometido. Mucha gente, que gasta excesiva energía en complacer a los demás o en
parecer normal, no entiende que fracasado no es aquel que se ha equivocado
mucho, sino el hombre que, por miedo al fracaso, ha dejado de obrar como piensa
para pensar como actúa. Los errores nos ayudan a conducirnos con más
inteligencia.
Pintar para vivir. Decía Aristóteles que el hombre de mentalidad
superior debe preocuparse más de la verdad que de lo que piense la gente. En
estos tiempos nos hemos habituado tanto a la infelicidad que la ternura nos
incomoda y el amor nos suscita desconfianza. Quizás por esta razón, cuando
descubrimos a personas como Hermina pensamos que «La felicidad no consiste
en hacer lo que uno quiere, sino en querer lo que uno hace». Esta mujer,
capaz de aceptarse íntegramente y ofrecerse a los demás de una forma
desinteresada, de no dejarse seducir por la adulación, siempre tiene prisa por
ser más, por disfrutar de la savia de la vida . Independiente, sincera y
humilde, sabia y discreta, con una sensibilidad que nos conmueve y una
habilidad especial para entablar un diálogo con la intimidad del espectador,
con su infancia olvidada y su inocencia perdida, necesita pintar para vivir,
desahogarse en cada cuadro, porque toda ella rebosa una energía incontenible
que cada día materializa en su obra.
«Cada persona es la que debe encontrar su forma de
expresarse, el artista tiene que ser sincero ante su obra y ante el mensaje que
desea plasmar o trasmitir», comenta Herminia de Lucas. Pero para ser veraz y
consecuente en arte hay que meditar y ello implica descifrar lo que se siente.
Es un gran error objetivarse artísticamente, pues el arte constituye la salvación
del narcisismo y la objetivación artística implica, por el contrario, la
confirmación del mismo. Nuestra vida debe ser una búsqueda para saber más de
nosotros mismos, porque el saber nos llevará a ser, y aunque nada se sabe de
forma permanente, es bien cierto que el conocimiento nos conduce a la verdad y
que ésta se da antes que la razón, la cual, en numerosas ocasiones, sólo sirve
para justificar nuestra conducta.
Todos sus trabajos constituyen un viaje a un mundo
interior desde donde proyecta las vivencias de cada día, aunando cielo y tierra
en una dicotomía subyugante, persiguiendo la totalidad, la visión del conjunto.
El dibujo desaparece para dar paso a las vibraciones del color y a la
sugerencia. Los retazos de la memoria que desempolva en sus obras, con la
polisemia de sus signos y esa exposición estética cargada de añoranzas, nos
hacen reflexionar sobre nuestra identidad. Y es que la búsqueda de algo perdido
constituye el origen de la memoria y ésta, sierva en su pasividad, alimenta
nuestro pensamiento a través del tiempo. Sin embargo, después de haberla
transitado, aquello que se escapa de la misma, es lo que llamamos libertad.
«Lo importante en pintura es tener algo que decir. La
técnica, a veces, elimina la frescura», afirma esta mujer . Óleos, acuarelas, ceras
evidencian un gran dominio de la técnica y una gran pasión en su trabajo. La
caseína, muy luminosa, confiere al cuadro esa vitalidad capaz de hacernos
llegar el pulso de la vida. El rastreo de sus vivencias, en las que evidencia
un desahogo emocional, marca su primera etapa, más intimista, mientras que la
fuerza y su carácter biófilo lo hacen en aquellas otras más cercanas a la
abstracción. Convencida de que enseñar es una forma de aprender, no le preocupa
su evolución, sino el ser consecuente con su obra, ya que un artista evoluciona
sin pretenderlo. No se aprende a crecer, simplemente se crece.
La vida es una máquina para la que no hay respuestas
ni repuestos, contaba Mario Benedetti y en las pupilas gastadas de Herminia de
Lucas, una mujer que sigue buceando en el arte y en la vida, se lee la
confesión de una pintora apasionada: «No sabemos si pintamos para expresar lo
que tenemos o para evidenciar aquello que necesitamos».
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