Manuela Bodas nos envía este poema para colgar en el periódico mural. Como recordatoria a todas y cada una de las asesinadas por violencia de género.
Gracias, Manuela.
OTRA CRISÁLIDA MUERTA EN SU CAPARAZÓN
La
sentí rompiendo mil cristales.
Era
una crisálida que nunca había salido
de
su caparazón.
La
vi en cada una de las musas
que
han renunciado a ser diosas.
La
presentí en esa oscura noticia
que
apalea los oídos y despierta los odios.
Quise
desviarme del ácido
que
me subía desde el núcleo de la tierra.
Pero
el ácido tocó mis venas,
la
crisálida se secó en la muerte,
los
odios se desataron,
la
musa que no quiso ser diosa,
se
llevó un átomo de cada una de nosotras,
de
cada uno de vosotros, de cada árbol,
de
cada gota del mar, de cada rayo de sol.
Porque
dejarse morir callando,
dejarse
humillar silenciando,
caer
una y otra vez en el pozo,
que
se hace más y más profundo,
sin
aletear a favor de la vida,
dejarse
morir callando…,
es
achicar la gracia de la verdad,
y
todos, cada mujer, cada hombre,
cada
mar, cada árbol, el sol…, todos,
somos
hijos del universo, implicados
en
vivir y dejar vivir.
Por
eso hoy, que la radio
ha
vuelto a dar una oscura noticia,
he
desgranado estos signos,
llamados
letras, para ensayar un poema-oración
por
otra criatura muerta en manos de la sin razón.
Manuela Bodas Puente – Veguellina de Órbigo